navajita plateá

Por fin un poco de acción en este país. Ja! ya me extranyaba a mi estar más de dos meses sin algún tipo de historia rocambolesca :-)
Cuento.
El otro día salí del trabajo y me fui a Stockmann a comprar un libro. Sí, tienen una sección de libros espanyoles, catalanes, vascos... de todo, no muchos títulos, pero los suficientes para poder ir leyendo algo de vez en cuando. Pues compré "El juego del ángel" y "Los girasoles ciegos" y me fui para casa chinuchanu con mis libros debajo del brazo. Pero! decidí parar en el bar que hay junto a casa y en el que conozco gente, a tomar algo y hablar con alguien antes de subir a cenar. Error. Salí a la calle a fumar un cigarro y pasó por la puerta un tío que me preguntó algo en finlandés. Yo le dije lo de siempre "lo siento, no hablo finlandés, bla bla bla" y el tipo en cuestión empezó a ensenyarme su cartera y a gritar nosequé en su idioma. De repente se abalanzó sobre mi y metió la mano en el bolsillo de atrás de mi pantalón intentando quitarme la cartera. Yo, con un gracioso quiebro de mi cintura, lo esquivé y por poco se rompe la crisma el tio burro contra el cristal del bar, mientras le gritaba en espanyol "heyheyheyyyy a mi la cartera ni me la toques que me cagondios yenlaputavirgen!!!" eso me hizo ganar segundos porque el tío se quedó sorprendido por la sonoridad y el gracejo de mi frase y me dió tiempo de pensar dónde darle la primera patada y salir corriendo. Pero no hizo falta, en esas estábamos el chorizovikingo y yo, cuando pasó otro tipo por allí y comenzaron a hablar. Ni idea de lo que dijeron, pero a los dos segundos, el que intentó quitarme la cartera sacó una navaja y empezó a moverla de una manera bastante sugestiva y excesivamente cercana para mi gusto, a mi barriga. Ahí ya me di cuenta que él y yo no teníamos demasiadas probabilidades de hacernos amigos, y mientras hacía un rápido repaso mental a todos los capítulos de curro jiménez, di unos cuantos saltitos hacia atrás y conseguí entrar de nuevo en el bar mientras pensaba en que la frase "cuidao conmigo que soy de Santako!" tan útil en casos así en Barcelona, aquí no me iba a servir de nada. El camarero me preguntó que si me había ocurrido algo y se lo conté por encima. Pues el tío, llamó a la policía y toda la gente del bar, paisanaje lleno de tatuajes, pelos largos y pintas de piratas, estaban escandalizados y diciéndome todo el rato que eso no era normal que ocurriera en Helsinki, que lo sentían, que qué mala suerte y venga a disculparse. Bueno, yo ya había decidido que tenía suficiente por esa tarde y quise irme para casa cuando me dijeron que ni hablar, que ahora la policía quería hablar conmigo y contarles lo que había pasado. Los "cops" llegaron enseguida. Igual que los polis espanyoles pero en rubio, pero la base, la sustancia, la misma, tú. Y nada, les expliqué lo que había pasado, me pidieron el pasaporte, llamaron a no se dónde, imagino que comprobando si yo era un peligroso delincuente de AlQaeda. Cuando ya habían terminado de tocarme los, digo de ayudarme en el asunto, recibieron una llamadita en la que les decían que habían pillado a un tío con las mismas características que mi criminal. Y que de irme ni hablar, que otra patrulla estaba en camino para traerme al asesino allí al bar y que lo reconociera. Yo ahí ya es que me negué. Si algo he aprendido es que no es aconsejable que un tio al que van a meter en la cárcel vea tu cara y se entere que has sido tú quien le ha denunciado. No, ni hablar. Los polis estaban sorprendidos de mi negativa a reconocerlo, porque era mi obligación como ciudadano y no se qué tonterías más y que cuáles eran realmente mis motivos para negarme. Joder, les dije que no me apetecía para nada volver a encontrármelo y que me hiciera un bonito agujero en la barriga y eso lo entendieron. Entonces me dijeron que me metiera en el bar, que ellos lo pondrían en la puerta y yo, desde dentro les haría un guinyo si era él. Tecnología punta.
La hostia.
Al final, llegó la otra patrulla y ni una cosa ni otra, como no encontraban aparcamiento decidieron que fuera yo al coche a reconocerlo, que como estaban las luces encendidas dentro del coche patrulla el vikingo psicópata no podía verme. Y eso, tuve que reconocerlo, me ensenyaron su gorrito de lana roja que reconocí también y luego la navaja que fue la que reconocí enseguida.
Se despidieron de mi mirándome como si yo fuera el criminal y me dijeron que me llamarían de la comisaría central para ir a declarar. Y volví al bar a recoger mis libros y mi mochila.
Me fui a la cama tranquilo pensando que si me llamaban desde la policía, sería dentro de unos meses. La burocracia normal, no? pues no. A la manyana siguiente a las 9, me llamó un poli para decirme que tenía que pasar por comisaría a las dos de la tarde a declarar. Y fui. Allí me estaba esperando la police officer y una traductora de espanyol. Sí, como en las pelis.
Sobretodo fue bonito cómo empezó. Fue algo así, y en este momento no exagero "Tiene la obligación de decir siempre la verdad, en el caso de que mienta, puede ser castigado por las leyes finlandesas. Tiene derecho a llamar a un abogado... blablabla" Bonito, he visto tantas películas en las que dicen eso. Parecía que yo era el acusado.
Pero bueno, después de los primeros momentos de nervios dentro de lo que cabe fue bien. La poli impresionaba. Era una chica muy muy delgada, de paisano, botas de tacón y una expresión muy dura y cansada en la cara. Si Clint Eastwood hubiera nacido mujer sería algo parecido a ella. Lo que me sorprendía es que de vez en cuando, le salía una expresión dulcísima en la cara que rápidamente escondía. A las casi dos horas de declaración con traducción simultánea (sí, casi dos horas) la poli resultó ser un encanto con un sentido del humor fino y sarcástico. Me dijo varias veces mientras me acompanyaba a la salida que lo que me había ocurrido no era normal en Helsinki y que no cambiara de opinión acerca del país. Estuve a punto de decirle que para mi es normal que me ocurran cosas no demasiado normales, pero que era un problema de karma, no del país, que no se preocupara, pero no me arriesgué por si acaso. Un poli es un poli aunque lleve botas de tacón y jeans.
Y me fuí con mi traductora en el tranvía camino del centro, me tomé un cafetito en un bar donde la camarera siempre me pone un caramelo de gratis y me sonríe seductora, y mientras miraba cómo se contoneaba como un gato por la barra pensaba que mi vida es ciertamente particular, pero no me aburro.
Y ala, ahí os dejo un vídeo de Helsinki, no es gran cosa, pero me encanta lamúsica :-)